Con la ampliadora, los químicos, el papel, las cubetas, el resto del laboratorio, una caja de herramientas, el transmisor de fotos, el equipo fotográfico, los calzoncillos de repuesto, unas latas de sardinas y algunas cosas más... Así viajábamos los "enviados especiales" a principios de los años noventa.
Llegar al hotel, montar el laboratorio en el baño, desmontar en ocasiones el cabecero de la cama buscando la conexión telefónica, puentear el micrófono del teléfono modelo heraldo, el más común, conectar el transmisor, hacer una prueba con una foto preparada para la ocasión.
Ir al partido, soportar a la hinchada local, volver disparado, revelar los negativos, seis rollos a la vez en un tanque de tres espirales. Hacer las copias con los quimicos muy calientes; Ganas contraste y reduces el tiempo de procesado. Secar con secador de pelo. Mandar ocho fotos: Tiempo de transmisión de cada una de ellas, quince minutos. Confirmar que las tienen. Han pasado mal la tercera y la sexta. Repetir las dos fotos. Confirmar las dos fotos. Se acabó el tema. Son las doce y cuarto de la noche. Abres el minibar y te sirves una cerveza a pesar del que el cretino que tienes por gerente te dirá que es un gasto "suntuario" y que no te lo paga, eso si, no se percatará de que no le has pasado factura de la cena... (Imposible cenar, el restaurante el hotel ya ha cerrado, el hotel esta cerca del campo, pero lejos de todo.. adivina donde habrá un restaurante abierto a estas horas). Llaman a la puerta, es el colega del medio de la competencia, el también acabo de transmitir. Le pides que vaya a la cocina del hotel a robar una barra de pan. Sacas las latas de sardinas y os montáis unos bocadillos impresionantes.
Los
"plumis" de deportes ya han cenado de restaurante, les da tiempo, ellos escriben la crónica sobre la marcha y la dictan por teléfono.
Menos mal que no ha llovido.