La crisis económica va dejando cadáveres por el camino.
Los pequeños negocios relacionados con el ocio fueron los primeros en resentirse y acabar feneciendo. Uno de ellos es este establecimiento situado a las afueras de Zaragoza, dedicado a la custodia de caravanas y embarcaciones del que solo queda un edificio vandalizado y dos barcos varados en el aparcamiento.
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